Miles y miles de obreros, trabajadores rurales, asalariados, campesinos, docentes, periodistas, con actividad política sindical, activistas y militantes de organizaciones múltiples pusieron el cuerpo en aquellos años…
Juan Carlos Cena
Si supiese qué es lo que estoy haciendo, no le llamaría investigación, ¿verdad? Albert
Einstein
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HISTORIA
DE OLVIDOS EL GOLPE DE ESTADO DEL 24 DE MARZO DE 1976 Por Juan Carlos Cena especial para Villa Crespo Digital 22 de marzo del 2014 * El 24 de marzo de 1976 los militares apoyados por civiles y la jerarquía Eclesiástica dan otro golpe de estado en la República Argentina, destituyendo a Isabel Martínez de Perón de la Presidencia. Asume una Junta Militar. Estos, que son tres, ¨nombran en forma democrática a Jorge Rafael Videla¨, como presidente de la Nación. Se iniciaba una de las noches más negras que haya padecido el pueblo argentino. Toda América Latina se plagaba de dictaduras militares genocidas. Estas se asociaron entre sí por orden del imperio, no era una consigna, fue una realidad incontrastable, América del Sur se cubrió de rojo y negro, dolor, desapariciones, muertes, tortura, desocupación, autoritarismo y exilios internos y externos. De inmediato, luego de la doblegación de los pueblos, comenzaba el saqueo de sus riquezas. Despuntaba la implementación de un modelo que el capitalismo imperial llamó neoliberal. La asociación entre el capital financiero e industrial con primacía del primero y la supremacía bancaria. Este se debía imponer a sangre y fuego. Por eso, nunca hay que olvidar que este modelo instituido está asentado sobre el terror y la muerte. Argentina fue el territorio donde con mayor ferocidad se vivió la voracidad capitalista, desarticularon y destruyeron a una sociedad. Se debía terminar con el país industrial y convertirlo en un reducto de fabricaciones extranjeras con mano de obra barata y sin capacitación. Se indujeron desocupaciones, se implementaba el desguace de la educación pública y gratuita, la desarticulación y destrucción de la salud pública que tenía una alta eficiencia, capacidad humana y tecnológica. Era necesario el rompimiento de todo el aparato estatal que cobijaba bajo su férula las empresas del Estado y del Patrimonio Nacional. No fue tarea fácil… llevó décadas, pero se logró… GOLPE AL CORAZÓN DEL MOVIMIENTO OBRERO Miles y miles de obreros, trabajadores rurales, asalariados, campesinos, docentes, periodistas, con actividad política sindical, activistas y militantes de organizaciones múltiples pusieron el cuerpo en aquellos años… la represión no escatimó en desaparecer periodistas, profesionales, intelectuales realmente comprometidos con el conocido campo popular. Por el contrario, mujeres y niños fueron carne de cañón de la tortura más despiadada que se conozca. No se salvaron ni los ancianos ni tullidos, todo tuvo validez a la hora de poder sacar algún dato que condujera a los objetivos buscados. No se
distinguió color político, la sospecha se tomó
como un valor la verdad verdadera - porque los hay falso - , la delación
fue una virtud... y luego el ocultamiento; más tarde la traición
de la clase política y gremial individual y colectivamente. Parte
de la sociedad miraba el proceso desde el mundial de fútbol de
1978, se distraía, se cubría con ese evento plañido
de un nacionalismo pacato y vulgar. En materia económica el déme
dos, los viajes a Brasil y Miami obnubiló a la clase media. La subvaloración
de la clase obrera y el papel que juega en la historia, y en el desarrollo
de la humanidad, tiene que ver con una superstición política
que emana de la pequeña burguesía ilustrada. Habla de
ella en voz baja, no la menciona con todo lo que ella significa y su
peso social. Esto no es más ni menos que una limitación
política e ideológica, igual a mediocridad. Este, el sistema capitalista, sabe cuál es la verdadera naturaleza de un obrero, de sus organizaciones, de su ideología, por eso su preocupación. Por eso la violencia y la impiedad represiva, todo con la complicidad cobarde de los burócratas sindicales que se transformaron en los delatores de sus propios representados. Se ha ocultado el papel de los trabajadores frente a la dictadura, sus resistencias y enfrentamientos. El ocultamiento o el disimulo hipócrita de cuánto fue la cuantía, tanto bajo el punto de vista cuantitativo como cualitativo de la desaparición, resistencia y enfrentamiento de los trabajadores durante el genocidio a todo el pueblo argentino. Masacre que comenzó muy atrás en los tiempos, pero que el 24 de marzo de 1976 totaliza como un plan sistemático represivo para la sociedad en su conjunto. En especial para la clase obrera y el pueblo trabajador, ya sean campesinos, obreros rurales, empleados, jornaleros, asalariados, obreros industriales, sumando los profesionales e intelectuales en relación de dependencia y el papel, en aquel momento, del estudiantado. El encadenamiento de los golpes de Estado de 1955, 1966 y 1976 tiene una razón política e ideológica, no están separados. En todos hubo represión a la clase trabajadora y al pueblo. Se debía derribar de una vez y para siempre el montaje de una formación ideológica de carácter nacional.
La clase obrera resistió el embate represivo, como siempre, no fue un sujeto pasivo. La derrota y desarticulación del movimiento obrero era uno de los objetivos principales que el sistema capitalista, por medio de la dictadura civil - militar, quería alcanzar. Las experiencias de resistencia y lucha adquiridas frente a los golpes miliares anteriores y el carácter represivo de algunas democracias débiles hicieron que la clase obrera reinventara nuevas maneras de resistencia y enfrentamientos. Este proceso fue sumamente costoso, los sectores más combativos y organizados se lanzaron a la defensa de sus conquistas y el derecho a la vida. Posteriormente,
fueron muchos los intelectuales reconocidos como progresistas, de izquierda,
de centro, que situándose en la orilla del mundo laboral, sin
conocimiento, sostuvieron y escribieron hasta el hartazgo que la clase
obrera no había resistido, que se había sometido mansamente
a la nueva situación, cuestión demostrada, en la práctica,
que esa aseveración fue y es una patraña. Fueron alegaciones
con formato de reproche de la clase media que no dio cuenta jamás
de su actitud en aquellos años; es así que se instaló
en la mayoría de los organismos de derechos humanos esta historia
vergonzante. Reproche que tiene olor a exculpaciones donde la mediocridad
se enseñoreó. Hoy, salvo honrosas excepciones, estos organismos
y sus integrantes han quedado aprisionados, con su consentimiento, de
las garras de un Estado y gobierno falaz. * Trabajo publicado por primera vez el 24 de marzo del 2007 / Actualizado. * Juan
Carlos Cena es miembro fundador del Mo.Na.Re.FA (Movimiento Nacional
por la Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos) Caracteres: 8727 |
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